lunes, 1 de agosto de 2016

El Conmonitorio a cámara lenta. (2) REGLA PARA DISTINGUIR LA VERDAD CATÓLICA DEL ERROR





REGLA PARA DISTINGUIR LA VERDAD CATÓLICA DEL ERROR

2. Habiendo interrogado con frecuencia y con el mayor cuidado y atención a numerosísimas personas, sobresalientes en santidad y en doctrina, sobre cómo poder distinguir por medio de una regla segura, general y normativa, la verdad de la fe católica de la falsedad perversa de la herejía, casi todas me han dado la misma respuesta: «Todo cristiano que quiera desenmascarar las intrigas de los herejes que brotan a nuestro alrededor, evitar sus trampas y mantenerse íntegro e incólume en una fe incontaminada, debe, con la ayuda de Dios, pertrechar su fe de dos maneras: con la autoridad de la ley divina ante todo, y con la Tradición de la Iglesia Católica».

Sin embargo, alguno podría objetar: Puesto que el Canon de las Escrituras [ver LÉXICO al final] es de por sí más que suficientemente perfecto para todo¿qué necesidad hay de que se le añada la autoridad de la interpretación de la Iglesia?

Precisamente porque la Escritura, a causa de su misma sublimidad, no es entendida por todos de modo idéntico y universal
De hecho, las mismas palabras son interpretadas de manera diferente por unos y por otros. Se podría decir que tantas son las interpretaciones como los lectores (...)

Es pues, sumamente necesario, ante las múltiples y enrevesadas tortuosidades del error, que la interpretación de los Profetas y de los Apóstoles se haga siguiendo la pauta del sentir católico.

En la Iglesia Católica hay que poner el mayor cuidado para mantener lo que ha sido creído en todas partes, siempre y por todos. Esto es lo verdadera y propiamente católico, según la idea de universalidad que se encierra en la misma etimología de la palabra. 
Pero esto se conseguirá si nosotros seguimos la universalidad, la antigüedad, el consenso general. 

Seguiremos la universalidad, si confesamos como verdadera y única fe la que la Iglesia entera profesa en todo el mundo; la antigüedad, si no nos separamos de ninguna forma de los sentimientos que notoriamente proclamaron nuestros santos predecesores y padres; el consenso general, por último, si, en esta misma antigüedad, abrazamos las definiciones y las doctrinas de todos, o de casi todos, los Obispos y Maestros.
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LÉXICO

Canon de las Sagradas Escrituras

La palabra canon, en griego significa reglaEl cristianismo posee libros sagrados de origen divino que contienen el relato de su historia, la exposición de su creencia y la ley de su conducta práctica. Dios ha querido que su palabra permaneciese entre nosotros según los modos ordinarios del pensamiento humano.

Los libros que la Iglesia reconoce como «canónicos», es decir, como reguladores de su fe y de su práctica, se fueron constituyendo lentamente en el curso de catorce siglos, desde Moisés hasta el primer siglo de la era cristiana

Estos libros sagrados constituyen dos grandes colecciones: el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento; entre las dos comprenden aquellos textos que, según la Tradición de las iglesias apostólicas, se consideraron desde el principio como libros revelados. Así se formó el «canon», de cuya precisa fijación antes de finalizarse el siglo II da fe el fragmento de Muratori

[En el siguiente enlace se da una información más completa, para aquel que esté interesado en el tema desde un punto de vista histórico]


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